La tecnología avanza más rápido que las políticas que intentan regularla y la ciberseguridad se ha convertido en un pilar esencial de la estabilidad nacional. Los recientes ataques globales han dejado claro que las guerras ya no se libran solo con armas, sino también con código. Y mientras Israel refuerza su postura digital con una estrategia moderna y multidimensional, México observa en ese modelo un espejo que refleja tanto sus debilidades como sus oportunidades.
Israel: un referente en defensa digital
En febrero de 2025, Israel presentó su nueva Estrategia Nacional de Ciberseguridad, una actualización que responde directamente al complejo escenario posterior a los ataques del 7 de octubre de 2023 y la operación militar “Iron Swords”.
Estos eventos marcaron un antes y un después en la manera en que el país percibe el ciberespacio como un campo de batalla activo, donde las amenazas físicas y digitales convergen.
El gobierno israelí parte de una visión clara: el ciberespacio es una extensión de su seguridad nacional y, por lo tanto, debe protegerse con la misma prioridad que sus fronteras físicas. En 2024, el sector cibernético representó el 36% de la inversión en alta tecnología del país, consolidando a Israel como una potencia global en innovación digital.
La estrategia actualizada tiene un propósito concreto: crear un “espacio digital confiable, disponible y seguro”, capaz de sostener el crecimiento económico y social del país. Para lograrlo, Israel estructura su estrategia en tres valores fundamentales; confiabilidad, disponibilidad y seguridad, y en cuatro principios clave:
- Defensa conjunta: coordinación entre gobierno, sector privado y aliados internacionales.
- Innovación tecnológica: desarrollo de herramientas basadas en inteligencia artificial y el Cyber Dome, un sistema de defensa proactiva similar al “Iron Dome”, pero para el ciberespacio.
- Defensa activa: detección y neutralización temprana de amenazas.
- Resiliencia y gestión de crisis: respuesta rápida ante incidentes inevitables y recuperación eficiente de operaciones críticas.
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Tres pilares estratégicos hacia 2028
La nueva estrategia israelí se construye sobre tres ejes fundamentales que México podría tomar como referencia:
Asegurar el espacio cibernético nacional
Israel apuesta por campañas masivas de educación digital, la creación de una identidad nacional segura, y la migración de sus sistemas gubernamentales a nubes protegidas, como el proyecto Nimbus.
También enfrenta un desafío creciente: la manipulación digital de la opinión pública y la proliferación de noticias falsas impulsadas por IA. Para ello, su estrategia incluye medidas de protección de la información y la promoción del diseño seguro de los productos tecnológicos desde su origen (Secure by Design).
Fortalecer la coordinación nacional
El país busca pasar de la cooperación interinstitucional a la colaboración total. Esto incluye la creación de un Centro Nacional de Operaciones de Seguridad (SOC), protocolos conjuntos contra ransomware y planes de contingencia ante crisis digitales.
El Cyber Dome, en particular, actúa como un escudo virtual capaz de analizar patrones de ataque y activar defensas automatizadas en tiempo real.
Fomentar alianzas estratégicas y capacidades futuras
Israel no actúa solo. Su estrategia contempla alianzas con grandes tecnológicas, la participación en foros internacionales y la formación de talento especializado. También impulsa la regulación ética de la inteligencia artificial y la inversión continua en investigación y desarrollo.
Lecciones que México puede aprender
México lanzó su Estrategia Nacional de Ciberseguridad (ENCS) en 2017, pero desde entonces el panorama ha cambiado radicalmente. Hoy, el país enfrenta una ola de ataques dirigidos contra instituciones públicas, el sector financiero, energético y de salud.
El cibercrimen organizado, además, ha desarrollado vínculos con grupos internacionales, lo que eleva el riesgo y la complejidad de las amenazas.
Aunque en 2025 se discute la creación de una agencia nacional de ciberseguridad, los expertos coinciden: México necesita una actualización urgente.
Tomar como referencia la estrategia israelí podría aportar beneficios concretos:
Defensa conjunta y regional
México podría fortalecer alianzas con Estados Unidos, Canadá y América Latina para compartir inteligencia y responder colectivamente a amenazas transfronterizas.
El cibercrimen no respeta fronteras, por lo que la cooperación internacional es clave para combatir ataques que se originan en otros países.
Educación y concientización ciudadana
Las campañas públicas de ciberseguridad son esenciales para proteger a los usuarios frente a fraudes digitales y phishing.
Israel ha demostrado que la educación digital desde las escuelas puede reducir significativamente los incidentes de ingeniería social.
Protección de infraestructura crítica
El sector energético, con empresas como PEMEX, CFE y Conagua, necesita regulaciones específicas y auditorías de ciberseguridad continuas.
México podría desarrollar un “Domo Cibernético Mexicano”, inspirado en el Cyber Dome israelí, para proteger sus redes críticas mediante inteligencia artificial y análisis predictivo.
Coordinación operativa nacional
La creación de un SOC Nacional (Centro de Operaciones de Seguridad) permitiría el monitoreo constante de redes gubernamentales y privadas.
Este organismo podría integrar esfuerzos de la Guardia Nacional, la Agencia Digital de Innovación Pública (ADIP) y empresas privadas, unificando la respuesta ante incidentes.
Capital humano y cooperación global
La ciberseguridad no se sostiene solo con tecnología, sino con talento.
México debe invertir en formación técnica, certificaciones internacionales y programas universitarios orientados a la seguridad digital. Además, sumarse activamente a iniciativas como la Counter Ransomware Initiative, que reúne a más de 50 países para combatir el secuestro digital.
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Un modelo de ciberresiliencia para México
Israel ha demostrado que la seguridad digital no es solo defensa, sino también una oportunidad de desarrollo económico.
Al combinar innovación, colaboración y educación, el país logró transformar el ciberespacio en un ecosistema productivo y seguro, capaz de resistir ataques y atraer inversión extranjera.
México tiene el talento y la infraestructura para seguir un camino similar. Pero necesita una estrategia que:
- Actualice la legislación nacional, reconociendo la ciberseguridad como un derecho humano.
- Aumente la inversión pública en innovación y tecnología defensiva.
- Impulse la colaboración entre academia, gobierno y empresas privadas.
- Promueva la cultura de prevención, para que los ciudadanos comprendan que la ciberseguridad comienza en el comportamiento individual.
Conclusión: del rezago a la oportunidad
El ciberespacio es hoy un campo de batalla donde los países que no se adaptan quedan vulnerables.
Si México adopta un enfoque proactivo, basado en el modelo israelí, podría reducir significativamente las pérdidas económicas, fortalecer su soberanía digital y posicionarse como líder regional en ciberresiliencia.
Desde TecnetOne, creemos que el momento de actuar es ahora.
No basta con reaccionar ante los ataques: hay que anticiparlos, mitigarlos y aprender de ellos.
La seguridad digital no es un gasto, sino una inversión en el futuro del país, su economía y la confianza de sus ciudadanos.