La mente humana es una de las máquinas más complejas y fascinantes que existen. Es capaz de procesar una enorme cantidad de información, aprender de la experiencia, resolver problemas, crear arte y mucho más. Sin embargo, como toda máquina, también tiene sus limitaciones y defectos. Algunos de estos defectos pueden ser explotados por los hackers para manipular, engañar o influir en las personas, aprovechándose de sus sesgos, emociones, hábitos o creencias.
En este artículo, vamos a explorar algunos de los métodos y técnicas que los hackers utilizan para hackear la mente humana, así como las formas de protegernos y defendernos de estos ataques. También veremos algunos ejemplos reales de cómo estos métodos se han aplicado en el mundo real, tanto para fines maliciosos como benignos.
¿Qué es el hacking psicológico?
El hacking psicológico es el arte y la ciencia de influir en el comportamiento, las decisiones o las opiniones de las personas mediante el uso de la comunicación, la persuasión, la manipulación o el engaño. El objetivo puede ser obtener información, acceso, dinero, poder o cualquier otro beneficio para el hacker o para una tercera parte.
El hacking psicológico se basa en el conocimiento de la psicología humana, es decir, el estudio de cómo piensa, siente y actúa la gente. Los hackers psicológicos conocen las debilidades, los deseos, los miedos y las motivaciones de sus víctimas, y las utilizan para diseñar mensajes, imágenes, sonidos o situaciones que las induzcan a hacer lo que ellos quieren.
El hacking psicológico no es algo nuevo. Desde tiempos antiguos, los líderes, los políticos, los religiosos, los comerciantes, los estafadores y los seductores han utilizado diversas formas de influencia psicológica para conseguir sus objetivos. Sin embargo, con el desarrollo de la tecnología y la globalización, el hacking psicológico se ha vuelto más sofisticado, más fácil y más peligroso.
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Diferencias entre el hacking psicológico y la ingeniería social
El "hacking psicológico" y la "ingeniería social" están estrechamente relacionados, pero no son exactamente lo mismo. Ambos términos se refieren a la manipulación de personas para obtener información o lograr ciertos objetivos, pero hay matices en su enfoque y aplicación.
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Ingeniería Social: Este término se usa comúnmente en el contexto de la seguridad informática y se refiere a las tácticas que los atacantes utilizan para engañar a las personas y hacer que revelen información confidencial, como contraseñas o datos bancarios. La ingeniería social puede incluir métodos como el phishing, pretexting, baiting, y otros engaños que persuaden a la víctima para que actúe en contra de sus propios intereses. La ingeniería social se centra en explotar las vulnerabilidades humanas, como la confianza, el miedo o la curiosidad.
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Hacking Psicológico: Este término es menos formal y se usa a veces en contextos más amplios que la seguridad informática. Se refiere al uso de técnicas psicológicas para influir, manipular o entender la psicología humana para obtener una ventaja en diversas situaciones. Aunque también puede emplearse para engañar a las personas para obtener información o acceso, el hacking psicológico también puede referirse a técnicas usadas en marketing, negociaciones, terapia, y otros campos. En este sentido, es más amplio que la ingeniería social.
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¿Qué tipos de hacking psicológico existen?
Existen muchos tipos de hacking psicológico, según el medio, el método, el objetivo o el contexto en el que se aplican. Algunos de los más comunes son:
- El phishing: Consiste en enviar correos electrónicos, mensajes o llamadas falsas que pretenden ser de una entidad legítima, como un banco, una empresa, una organización o una persona conocida, para obtener datos personales, financieros o de acceso de la víctima. Por ejemplo, un hacker puede enviar un correo electrónico que parece ser de Microsoft, pidiendo al usuario que actualice su contraseña o que descargue un archivo adjunto, que en realidad contiene un virus o un software espía.
- El spear phishing: El spear phishing es una forma más personalizada y dirigida de phishing, en la que el hacker investiga previamente a su víctima, y utiliza información específica sobre ella, como su nombre, su trabajo, sus aficiones, sus contactos o sus redes sociales, para hacer el mensaje más creíble y convincente. Por ejemplo, un hacker puede enviar un correo electrónico que parece ser de un amigo o un colega de la víctima, pidiéndole que le ayude con un problema urgente o que le haga un favor, que en realidad implica revelar información sensible o hacer un pago.
- El vishing: El vishing es una forma de phishing que utiliza la voz en lugar del texto, mediante llamadas telefónicas o de voz sobre IP (VoIP). El hacker puede usar técnicas de ingeniería social, como la simpatía, la autoridad, la urgencia o el miedo, para persuadir a la víctima de que le proporcione información o que realice una acción. Por ejemplo, un hacker puede llamar a la víctima haciéndose pasar por un empleado de su banco, y decirle que su cuenta ha sido comprometida o que necesita verificar su identidad, y pedirle que le diga su número de tarjeta o su código PIN.
- El baiting: Consiste en ofrecer a la víctima algo que le resulte atractivo o tentador, como un regalo, un premio, un descuento o una oportunidad, a cambio de que haga algo que beneficie al hacker, como descargar un archivo, hacer clic en un enlace, rellenar un formulario o compartir un contenido. Por ejemplo, un hacker puede crear una página web falsa que ofrezca un viaje gratis, un iPhone o un cupón, y pedir al usuario que introduzca sus datos personales o que invite a sus amigos para participar en el sorteo, que en realidad es una estafa.
- El quid pro quo: Consiste en ofrecer a la víctima algo que le resulte útil o necesario, como un servicio, una solución, un consejo o una ayuda, a cambio de que haga algo que beneficie al hacker, como proporcionar información, acceso o dinero. Por ejemplo, un hacker puede llamar a la víctima haciéndose pasar por un técnico de soporte, y decirle que ha detectado un problema en su ordenador o en su red, y que necesita que le dé acceso remoto o que le pague una tarifa para arreglarlo.
- El tailgating: Consiste en aprovecharse de la cortesía o la confianza de la víctima para acceder a un lugar o a un recurso restringido, como un edificio, una oficina, una sala, un ordenador o una red, sin tener la autorización o la identificación adecuada. Por ejemplo, un hacker puede seguir a la víctima cuando entra en su lugar de trabajo, y pedirle que le sostenga la puerta o que le deje pasar, fingiendo ser un empleado, un visitante, un repartidor o un cliente.
- El pretexting: Consiste en crear una historia o una excusa falsa para justificar una solicitud o una acción que beneficie al hacker, y que la víctima acepte sin cuestionarla. El hacker puede inventarse una identidad, un rol, una situación o una necesidad, y usarla para obtener información, acceso o cooperación de la víctima. Por ejemplo, un hacker puede llamar a la víctima haciéndose pasar por un investigador, un periodista, un policía o un auditor, y pedirle que le proporcione datos personales, profesionales o financieros, o que le permita revisar sus documentos o sus dispositivos.
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¿Qué principios psicológicos se utilizan para el hacking psicológico?
Los hackers psicológicos se basan en una serie de principios o factores psicológicos que influyen en el comportamiento, las decisiones o las opiniones de las personas, y que pueden ser utilizados para persuadir, manipular o engañar a las víctimas. Algunos de estos principios son:
- La reciprocidad: Es la tendencia a devolver un favor o un gesto a alguien que nos ha hecho uno previamente, o a sentirnos obligados a hacerlo. Los hackers psicológicos pueden usar este principio para inducir a la víctima a hacer algo que no haría normalmente, ofreciéndole algo primero, como un regalo, un elogio, una ayuda o una concesión.
- La escasez: Es la tendencia a valorar más algo que es raro, limitado o difícil de conseguir, o que está a punto de acabarse o de perderse. Los hackers psicológicos pueden usar este principio para aumentar el interés o la urgencia de la víctima por hacer algo, creando una sensación de escasez, como una oferta que expira pronto, una oportunidad que es única, un producto que se agota o una amenaza que se acerca.
- La autoridad: Es la tendencia a obedecer o a seguir las indicaciones de alguien que tiene más poder, conocimiento o prestigio que nosotros, o que parece tenerlo. Los hackers psicológicos pueden usar este principio para ganarse la confianza o la cooperación de la víctima, mostrando signos de autoridad, como un título, un uniforme, un logotipo, una credencial o una recomendación.
- La simpatía: Es la tendencia a sentirnos más atraídos o más dispuestos a ayudar a alguien que nos cae bien, que se parece a nosotros, que nos halaga o que comparte nuestros intereses o valores. Los hackers psicológicos pueden usar este principio para establecer una conexión o una afinidad con la víctima, mostrándose amables, simpáticos, empáticos o coincidentes con ella.
- La consistencia: Es la tendencia a actuar de acuerdo con nuestros compromisos, promesas, valores o identidades previos, o a buscar coherencia entre ellos. Los hackers psicológicos pueden usar este principio para inducir a la víctima a hacer algo que no haría normalmente, pidiéndole que se comprometa o que se identifique con algo primero, como una causa, una opinión, una meta o un grupo.
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¿Qué ejemplos reales de hacking psicológico existen?
El hacking psicológico se ha utilizado en múltiples ocasiones y contextos, tanto para fines maliciosos como benignos. Algunos ejemplos reales son:
- El ataque a Sony Pictures: En 2014, un grupo de hackers llamado Guardians of Peace (GOP) lanzó un ciberataque masivo contra la empresa Sony Pictures, robando y filtrando una gran cantidad de datos confidenciales, como correos electrónicos, contratos, guiones, películas o datos personales de empleados y celebridades. El motivo del ataque fue presionar a la empresa para que cancelara el estreno de la película The Interview, una comedia que parodiaba al líder norcoreano Kim Jong-un. El ataque fue atribuido al gobierno de Corea del Norte, aunque no se ha confirmado oficialmente. Los hackers utilizaron varias técnicas de hacking psicológico, como el phishing, el spear phishing, el baiting, el quid pro quo y la amenaza, para infiltrarse en la red de Sony, obtener información, extorsionar y causar daños.
- La campaña de Obama: En 2008, el candidato demócrata Barack Obama ganó las elecciones presidenciales de Estados Unidos, gracias en parte a una exitosa campaña de marketing y comunicación que utilizó diversas estrategias de hacking psicológico, como la prueba social, la autoridad, la simpatía, la consistencia y la escasez, para movilizar, persuadir y fidelizar a los votantes. Por ejemplo, la campaña usó el eslogan “Yes, we can” (“Sí, podemos”) para transmitir un mensaje positivo, inclusivo y motivador, que apelaba a la identidad y al compromiso de los ciudadanos. También usó el logotipo de la “O” con un sol naciente, que simbolizaba el cambio, la esperanza y el progreso, y que se convirtió en un icono reconocible y viral. Además, la campaña aprovechó el poder de las redes sociales y de Internet para difundir su mensaje, generar apoyo y recaudar fondos, usando plataformas como Facebook, Twitter, YouTube o MySpace, y creando una página web propia, donde los usuarios podían registrarse, donar, participar o compartir.
¿Cómo podemos protegernos y defendernos del hacking psicológico?
El hacking psicológico es una amenaza real y creciente, que puede tener consecuencias graves para nuestra seguridad, nuestra privacidad, nuestra economía o nuestra reputación. Por eso, es importante que tomemos medidas para protegernos y defendernos de estos ataques, tanto a nivel individual como colectivo. Algunas de estas medidas son:
- Educar y concienciar: Es fundamental que aprendamos y que enseñemos a los demás sobre los riesgos y las formas de hacking psicológico, así como sobre los principios y los factores psicológicos que los hackers utilizan para influir en nosotros. De esta manera, podremos estar más alertas, más informados y más preparados para detectar y evitar estos ataques, y para ayudar a otras personas que puedan ser víctimas de ellos.
- Verificar y contrastar: Es esencial que no nos fiemos de todo lo que vemos, oímos o leemos, y que comprobemos y contrastemos la veracidad, la procedencia y la intención de la información, los mensajes, las llamadas, los correos, los enlaces, los archivos, las ofertas, las solicitudes o las personas que nos contactan o que nos ofrecen algo. Para ello, podemos usar fuentes fiables, oficiales o independientes, o consultar con expertos, amigos o familiares, antes de tomar una decisión o de realizar una acción.
- Proteger y actualizar: Es imprescindible que protejamos y que actualicemos nuestros dispositivos, nuestras redes, nuestras cuentas y nuestros datos, usando medidas de seguridad como antivirus, firewall, cifrado, contraseñas, autenticación, copias de seguridad o borrado remoto, y manteniendo al día nuestros sistemas operativos, nuestros navegadores y nuestras aplicaciones. De esta manera, podremos prevenir y reducir el impacto de los ataques de hacking psicológico, y recuperarnos más fácilmente de ellos.
- Denunciar y compartir: Es importante que denunciemos y que compartamos los casos o los intentos de hacking psicológico que suframos o que detectemos, tanto con las autoridades competentes, como con las entidades afectadas, como con las personas de nuestro entorno. De esta manera, podremos contribuir a la investigación, al castigo y a la prevención de estos ataques, y a la sensibilización, al apoyo y a la defensa de las víctimas.
Conclusión
El hacking psicológico es una realidad que nos afecta a todos, y que puede tener consecuencias graves para nuestra seguridad, nuestra privacidad, nuestra economía o nuestra reputación. Por eso, es necesario que conozcamos los tipos, los métodos y los principios de este tipo de ataques, y que tomemos medidas para protegernos y defendernos de ellos, tanto a nivel individual como colectivo. Solo así podremos hacer frente a esta amenaza, y preservar nuestra libertad, nuestra dignidad y nuestro bienestar.