¿Sabías que muchos ciberataques no se detectan durante semanas o incluso meses? No es que las empresas no tengan sistemas de seguridad, sino que los atacantes saben cómo moverse sin hacer ruido. Durante ese tiempo, roban información, abren nuevas puertas de entrada y se preparan para causar el mayor daño posible… sin que nadie lo note.
Este “tiempo escondido” tiene nombre: "tiempo de permanencia (dwell time)", y entenderlo puede marcar la diferencia entre un susto controlado y una crisis costosa. Si tienes una empresa, trabajas con tecnología o simplemente te preocupa la seguridad digital, este concepto te interesa más de lo que crees.
El tiempo de permanencia es el período que pasa desde que un atacante logra entrar en una red o sistema hasta que alguien lo detecta. Es, literalmente, el tiempo que un cibercriminal puede moverse libremente sin que nadie se dé cuenta.
Y aunque no suene tan alarmante al principio, cada minuto que un atacante permanece dentro, representa una oportunidad para hacer daño: robar información confidencial, acceder a sistemas críticos, propagar malware o simplemente sentar las bases para un ataque más grande.
Lo preocupante es que, en muchos casos, los delincuentes no están ahí por horas... sino por semanas o incluso meses. Aunque en los últimos años el tiempo promedio ha bajado un poco, sigue siendo demasiado alto para estar tranquilos. Cuando hablamos de ciberseguridad, cada segundo cuenta.
Porque cuanto más tiempo pasa sin que detectes una intrusión, más poder le das al atacante. No se trata solo de "ver si te roban algo", sino de entender que hay mucho más en juego.
Durante ese tiempo, un cibercriminal puede:
Robar datos sensibles, como información financiera, datos de clientes, propiedad intelectual o contraseñas.
Moverse dentro de tu red y comprometer más sistemas sin que lo notes.
Escalar privilegios, es decir, ganar más acceso y control sobre áreas críticas.
Instalar malware o puertas traseras, que les permitan volver cuando quieran.
Dañar sistemas y archivos, afectando la operación de tu negocio.
Y esto no es una exageración. Muchas empresas descubren que han sido atacadas cuando ya es demasiado tarde, y los daños, tanto económicos como reputacionales, son muy difíciles (y costosos) de reparar.
Podría interesarte leer: Respuesta Activa en Wazuh: Automatiza tu Defensa Contra Amenazas
La inteligencia artificial (IA) ya no es cosa del futuro: hoy es una pieza clave en la defensa contra ciberataques. Cada vez más empresas están incorporando IA en sus estrategias de ciberseguridad, y no es para menos. Cuando hablamos de reducir el tiempo de permanencia de una amenaza, la velocidad y la precisión marcan la diferencia… y ahí es donde la IA brilla.
Gracias a esta tecnología, es posible analizar grandes volúmenes de datos en segundos, detectar patrones sospechosos y generar alertas mucho antes de que un humano pueda hacerlo. Esto no solo mejora la detección temprana, sino que también acelera la respuesta ante incidentes, lo que ayuda a contener amenazas antes de que escalen.
Además, la IA está ayudando a cerrar la brecha de talento en ciberseguridad. Con la creciente cantidad de amenazas y la escasez de profesionales especializados, automatizar ciertas tareas críticas se ha vuelto esencial. La IA puede encargarse del análisis repetitivo, de clasificar incidentes, priorizar riesgos y hasta proponer acciones, permitiendo que los equipos humanos se enfoquen en decisiones más estratégicas.
En resumen, la inteligencia artificial no viene a reemplazar a los especialistas en ciberseguridad, sino a potenciarlos. Y para las organizaciones que buscan reducir el dwell time (tiempo de permanencia), aprovechar estas herramientas puede marcar una gran diferencia. A medida que las amenazas se vuelven más complejas, contar con la ayuda de la IA ya no es una ventaja… es una necesidad.
Cuando se trata de ciberseguridad, el tiempo lo es todo. Cuanto más rápido se detecta una amenaza, menos daño puede hacer. Por eso, reducir el tiempo de permanencia es clave para proteger los datos, los sistemas y la reputación de cualquier organización.
¿La buena noticia? Existen estrategias muy claras para detectar, responder y actuar antes de que el problema se convierta en una crisis. Aquí te contamos cómo lograrlo.
El primer paso es obvio pero crucial: hay que detectar el problema para poder actuar. Y para eso, necesitas tener visibilidad en tiempo real de lo que ocurre dentro de tu red.
Algunas prácticas efectivas incluyen:
Monitoreo 24/7 con herramientas inteligentes: Usar soluciones como SOC as a Service o sistemas de detección de intrusos (IDS) permite detectar actividad sospechosa al instante y generar alertas automáticas.
Protección en los endpoints: Tener antivirus y antimalware actualizados en todos los dispositivos conectados a tu red es básico, pero también lo es contar con soluciones más avanzadas que identifiquen comportamientos inusuales.
Análisis de vulnerabilidades frecuentes: Hacer revisiones periódicas te permite encontrar puntos débiles antes de que lo hagan los atacantes.
Copias de seguridad y planes de recuperación: Contar con una buena solución de respaldo, como TecnetProtect Backup, y una estrategia clara para volver a estar en línea si algo sale mal puede reducir drásticamente los tiempos de respuesta.
Capacitación interna: Invertir en formación para tus trabajadores es tan importante como tener tecnología avanzada. El error humano sigue siendo una de las principales causas de brechas de seguridad.
Revisión de políticas de seguridad: Las contraseñas, los permisos de acceso y los protocolos de respaldo deben estar definidos, actualizados y aplicados. De lo contrario, es como tener cámaras de seguridad… pero dejar la puerta abierta.
No basta con esperar a que suene una alarma. La caza de amenazas es un enfoque proactivo que consiste en salir a buscar señales de posibles intrusiones, incluso si las herramientas automáticas no han dado alerta.
Aquí entra en juego la experiencia humana y el análisis detallado de datos. Los equipos que se dedican a esta tarea suelen:
Revisar logs, tráfico de red y registros de actividad.
Analizar comportamientos en los endpoints (los dispositivos conectados).
Utilizar algoritmos de inteligencia artificial para detectar patrones extraños.
Correlacionar eventos pequeños que por separado parecen inocentes, pero juntos pueden ser señales claras de un ataque.
Todo esto es parte del trabajo que realiza nuestro SOC (Centro de Operaciones de Seguridad). Nuestro equipo se encarga de monitorear continuamente las redes, analizar datos en tiempo real y aplicar inteligencia artificial para anticiparse a las amenazas.
No esperan a que los ataques ocurran, los buscan de forma proactiva, conectando las piezas del rompecabezas antes de que el problema se convierta en una crisis. Así es como logran reducir significativamente el tiempo de permanencia y ayudar a las organizaciones a mantenerse un paso adelante en materia de ciberseguridad.
El objetivo es encontrar lo que no debería estar ahí antes de que cause daño. Si se detecta una amenaza, se sigue un proceso bien estructurado:
Investigación: Profundizar en lo que está ocurriendo, qué sistemas están involucrados y qué tan grande es el riesgo.
Contención: Aislar el sistema afectado para que el ataque no se propague.
Erradicación: Eliminar el malware o bloquear al atacante.
Recuperación: Restaurar sistemas, datos o configuraciones desde copias seguras.
Revisión post-incidente: Aprender del caso, ajustar protocolos y reforzar los puntos débiles que se hayan detectado.
Este proceso es constante. No se hace una vez y ya. Buscar amenazas es parte del mantenimiento diario de una buena estrategia de seguridad.
Podría interesarte leer: Fases del Pentesting: ¿Cómo asegurar tus sistemas paso a paso?
Cuando una amenaza se hace visible, el tiempo corre. Aquí entra en acción el protocolo de respuesta a incidentes, un conjunto de pasos definidos que permite reaccionar de forma organizada para limitar daños, recuperar el control y evitar que vuelva a pasar.
Las fases más comunes de una buena respuesta son:
Triaje: Evaluar la gravedad del incidente y priorizar las acciones.
Contención: Limitar el impacto, desconectar sistemas o bloquear accesos comprometidos.
Erradicación: Eliminar completamente la amenaza y cerrar las puertas por donde entró.
Recuperación: Restaurar sistemas y servicios afectados, preferiblemente desde backups verificados.
Prevención futura: Revisar qué falló, actualizar procedimientos y entrenar al equipo para evitar que se repita.
Tener un plan de respuesta listo y probado hace una gran diferencia. No solo permite actuar con rapidez, sino que también da tranquilidad al equipo y evita decisiones impulsivas bajo presión.
Porque identificar una amenaza hoy no significa que apareció hoy. A menudo, cuando un equipo de seguridad detecta un ataque, descubre que el acceso no autorizado comenzó semanas o incluso meses antes.
Reducir el tiempo de permanencia no es una tarea menor. Es una combinación de monitoreo constante, análisis inteligente y una respuesta rápida y bien coordinada. Cuanto más tiempo pase una amenaza sin ser detectada, más oportunidades tiene de causar daño real. Por eso, contar con un equipo que vea más allá de las alertas básicas, es necesario.
Nuestro SOC as a Service trabaja justo para eso: ayudarte a detectar amenazas antes de que se conviertan en problemas graves. En TecnetOne combinamos tecnología de punta con un equipo especializado que monitorea, analiza y responde en tiempo real, todos los días, a toda hora. No solo vigilamos lo que sucede, buscamos activamente lo que no debería estar pasando.
Con el respaldo de inteligencia artificial y procesos diseñados para anticiparse a los riesgos, nuestro equipo actúa como una extensión del tuyo, protegiendo tus activos digitales desde la prevención hasta la respuesta. Y lo mejor: lo hacemos de forma cercana, humana y orientada a resultados.
Porque en ciberseguridad, la diferencia entre una alerta y una catástrofe está en el tiempo. Y en TecnetOne, lo tenemos muy claro.