En TecnetOne sabemos que el phishing es una de las amenazas más comunes (y peligrosas) para empresas de todos los tamaños y rubros. Pero, ¿qué es un simulacro de phishing? Se trata de una práctica controlada que simula un ataque real con el objetivo de capacitar a los colaboradores y ayudarles a reconocer intentos de engaño antes de que sea demasiado tarde.
Con este tipo de ejercicios, las organizaciones no solo educan a su equipo, sino que también refuerzan su seguridad interna, mejorando la capacidad de detectar y reaccionar ante ataques de phishing de forma efectiva.
Como mencionamos antes, el phishing sigue siendo una de las amenazas más comunes y efectivas a las que se enfrentan las empresas actualmente. No importa el tamaño ni el giro: si hay personas usando correo electrónico, hay riesgo.
Y justo por eso existen las simulaciones de phishing. Se trata de campañas controladas donde se envían correos o mensajes falsos (pero seguros) con el objetivo de evaluar cómo reacciona tu equipo ante un intento de engaño. No es un ejercicio para señalar errores, sino una herramienta de aprendizaje. Ayuda a reducir el riesgo humano, detectar fallas en la cultura de seguridad y formar hábitos más seguros en toda la organización.
Porque los cibercriminales ya no necesitan hackear sistemas complicados... les basta con que alguien caiga en la trampa. Un clic en un enlace malicioso, compartir una contraseña o descargar un archivo equivocado puede ser suficiente para comprometer la seguridad de toda la empresa.
Al hacer simulacros de forma regular, tu equipo desarrolla una mentalidad más crítica: aprende a identificar señales de alerta, reportar actividades sospechosas y actuar antes de que el daño sea real.
Aunque todos estos recursos son parte de una estrategia de ciberseguridad sólida, cada uno cumple una función distinta:
Simulación de phishing: es un ejercicio que pone a prueba el comportamiento de las personas. Evalúa cómo responden ante intentos de engaño y sirve como entrenamiento práctico.
Pruebas técnicas (como pentesting o red teaming): están enfocadas en encontrar vulnerabilidades en sistemas, redes o aplicaciones. Su objetivo es evaluar la seguridad desde el punto de vista técnico, no humano.
Capacitación / e-learning: son cursos, videos o contenidos educativos que explican buenas prácticas de seguridad. Las simulaciones dan contexto real, y la capacitación ayuda a reforzar ese aprendizaje.
Concientización: que todas las personas dentro de la organización puedan identificar señales comunes de phishing, como remitentes sospechosos, mensajes con tono de urgencia o archivos extraños.
Cultura de seguridad: promover un ambiente donde reportar posibles amenazas sea algo normal, sin miedo ni juicios, y con retroalimentación útil.
Reducción de riesgos: disminuir la cantidad de clics en correos maliciosos, evitar reincidencias y aumentar el número de reportes ante situaciones sospechosas.
Las simulaciones de phishing no son solo correos falsos que se envían al azar. Forman parte de una estrategia más amplia de capacitación en ciberseguridad, usualmente liderada por el equipo de TI o el área de seguridad de la información. El proceso suele dividirse en cinco pasos muy claros:
Muchas veces, estos datos se presentan en un reporte que se comparte con los líderes o responsables del área, y se usan también para mejorar las futuras capacitaciones.
Después del análisis, lo ideal es repetir el proceso de forma periódica. Así, la empresa se mantiene un paso adelante, fortalece su cultura de seguridad y ayuda a que su equipo esté cada vez más preparado frente a amenazas reales.
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Lanzar una campaña de simulación de phishing no es solo cuestión de enviar correos falsos y esperar a ver quién cae. Para que realmente sea efectiva, hay varios factores clave que vale la pena tomar en cuenta. Aquí te los explicamos:
Una sola simulación al año no va a cambiar la cultura de seguridad de tu empresa. La clave está en la constancia y la variedad. Por eso te recomiendamos hacer estas pruebas de forma regular, usando diferentes tipos de ataques (como suplantación de identidad, links maliciosos, archivos adjuntos sospechosos, etc.).
¿Por qué? Porque los ataques evolucionan, y si tus simulaciones siempre son iguales, tu equipo solo aprenderá a detectar un tipo específico. Al variar los escenarios, logras mantener a todos alerta y reforzar el aprendizaje en el día a día.
Si quieres que la simulación funcione, los correos tienen que parecer reales. Y no solo en el diseño, sino también en el tono, el remitente y el contexto. Muchas organizaciones se basan en plantillas inspiradas en ataques reales, como el clásico fraude del CEO (o Business Email Compromise, BEC), donde el atacante se hace pasar por un alto ejecutivo para pedir datos o transferencias urgentes.
Para lograr ese nivel de realismo, el equipo de seguridad debe investigar bien a quién se dirige la simulación, qué cargos tienen los destinatarios y qué tipo de mensajes serían creíbles en su día a día. Cuanto más creíble, más efectivo el aprendizaje.
Ejemplo de correo utilizado en una simulación de phishing
No hay una única respuesta correcta. Algunas empresas prefieren lanzar la primera simulación antes de cualquier capacitación, para tener una línea base y evaluar la mejora a lo largo del tiempo. Otras prefieren hacerlo después de una capacitación inicial, para ver si los conceptos realmente se están aplicando.
Al final, depende de tus objetivos: si quieres medir el estado actual del equipo, empieza sin avisar. Si buscas reforzar lo aprendido, simula después del curso. Lo importante es que elijas un enfoque alineado con tus metas y que el equipo de TI o seguridad tenga claro qué evaluar.
Una buena simulación no termina con el clic. Lo realmente valioso viene después. El seguimiento educativo es lo que transforma el error en aprendizaje. No se trata de señalar a quienes cayeron, sino de apoyarlos con retroalimentación útil, clara y sin juicios.
Mostrar qué señales ignoraron, por qué ese correo era sospechoso, y cómo podrían actuar mejor en el futuro, es lo que realmente marca la diferencia. Además, refuerza la cultura de seguridad y genera confianza para que las personas se animen a reportar sin miedo.
Después de cada simulación, es fundamental analizar los datos: tasas de clic, quién reportó, qué áreas tuvieron más fallos, etc. Esto ayuda a identificar dónde hay más riesgo y qué trabajadores o equipos necesitan más apoyo.
Y ojo: las amenazas cambian todo el tiempo. Por eso es clave que el equipo de seguridad esté al tanto de las nuevas técnicas de phishing, para que las siguientes simulaciones se mantengan actualizadas y relevantes. La idea es que cada prueba sea un poco más desafiante… y más útil.
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Las simulaciones de phishing bien hechas no solo ayudan a detectar vulnerabilidades, sino que educan, concientizan y fortalecen la cultura de ciberseguridad dentro de la organización. Al enfocarte en la frecuencia, el contenido realista, el momento adecuado y el seguimiento educativo, estarás mucho más cerca de tener un equipo preparado para enfrentar amenazas reales.