Todo empieza con un solo ataque. Puede ser un correo bien diseñado que engaña a alguien para que haga clic, o una vulnerabilidad que pasó desapercibida. Pero lo peligroso no es solo cómo entran, sino lo que hacen después: moverse de forma sigilosa por la red. Una vez dentro, los atacantes no tienen prisa. Se toman su tiempo para explorar, encontrar puntos débiles, ganar acceso a niveles más altos y preparar el terreno para causar el mayor daño posible. Esa capacidad de moverse sin ser detectados, como agua filtrándose por las grietas, es lo que convierte un pequeño incidente en un desastre de ransomware.
La clave para prevenir esto está en entender y detener este movimiento lateral antes de que sea demasiado tarde. Si logramos frenar la propagación a tiempo, podemos evitar que una red comprometida termine en parálisis total o en el robo de datos sensibles. Pero claro, detenerlos no es tan fácil como parece.
Hoy en día, las redes de TI no son como las de antes. Son sistemas complejos, dinámicos y llenos de puntos de acceso interconectados, donde todo está diseñado para que las herramientas y los datos sean accesibles de manera eficiente. Lamentablemente, esta misma flexibilidad abre puertas que los atacantes aprovechan, mientras que muchas soluciones de seguridad tradicionales no están preparadas para detectar cómo se mueven lateralmente, dejando huecos que pueden convertirse en grandes problemas.
Al aprender cómo los atacantes usan el movimiento lateral para escalar sus ataques, las empresas tienen una gran oportunidad: adelantarse a ellos. Frenar su avance antes de que escalen, proteger los datos críticos y preparar a los equipos de seguridad con la información y las herramientas adecuadas puede ser la diferencia entre contener un ataque y enfrentarse a una crisis de proporciones mayores.
El movimiento lateral es una táctica que los atacantes utilizan después de haber obtenido acceso inicial a una red. Su objetivo principal es desplazarse dentro de la infraestructura comprometida, escalando privilegios y explorando otros sistemas y dispositivos conectados.
Imagina una casa con múltiples habitaciones. Si un ladrón logra abrir una ventana, su siguiente paso no será quedarse en esa habitación. En lugar de ello, explorará la casa, buscará acceso a otras habitaciones y localizará los objetos más valiosos. Esto es, esencialmente, lo que ocurre durante el movimiento lateral en un ciberataque.
En el contexto del ransomware, este proceso es crucial. Los atacantes no se conforman con cifrar un único dispositivo. Prefieren identificar servidores críticos, bases de datos y cualquier otro recurso que pueda maximizar el daño y aumentar la probabilidad de que la víctima pague el rescate.
El movimiento lateral puede ayudar a los atacantes a evadir defensas, esquivar la detección y subir de nivel con privilegios más altos, pero su objetivo principal es claro: extender el alcance del ataque dentro de la red. Si logramos detectarlo y frenarlo a tiempo, tenemos la mejor oportunidad de detener el ransomware antes de que se convierta en un desastre. Suena bien, ¿verdad? Pero, como todo en la vida, decirlo es más fácil que hacerlo.
Hoy en día, las redes de TI son un caos organizado: dinámicas, interconectadas y llenas de accesos distribuidos. Entre los equipos trabajando desde cualquier lugar, la infraestructura en la nube y las integraciones con terceros, hay un montón de puntos ciegos en la seguridad. Y los atacantes no pierden tiempo: saben cómo aprovechar toda esta complejidad para moverse sin ser detectados. El problema es que muchas herramientas de seguridad tradicionales no están diseñadas para lidiar con este nivel de sofisticación, lo que hace que identificarlos y detenerlos sea un desafío enorme.
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La mayoría de los ataques de ransomware empiezan de forma simple: con un correo de phishing bien elaborado o con credenciales robadas. Pero una vez que los atacantes logran colarse, su estrategia se vuelve mucho más peligrosa. Estas son algunas de las tácticas que suelen usar:
Explotación de vulnerabilidades: Los atacantes se aprovechan de sistemas, API o software que no han sido actualizados (sí, esos parches que a veces postergamos). Esto les da un punto de entrada sólido para meterse en la red.
Escalada de privilegios: Después de entrar, el siguiente paso es subir de nivel. Usan técnicas para conseguir permisos de administrador, lo que les permite desactivar controles de seguridad o cambiar configuraciones clave. Esto les abre aún más puertas para lo que viene después, como el movimiento lateral.
Movimiento lateral: Con privilegios más altos, los atacantes empiezan a moverse por toda la red. Su objetivo es claro: encontrar los sistemas, datos o activos más importantes. En esta etapa, se preparan para causar el mayor daño posible.
Una vez que tienen todo bajo control, pueden cifrar archivos confidenciales, robar datos sensibles o incluso desactivar copias de seguridad. Todo esto está diseñado para maximizar el impacto y aumentar la presión sobre la víctima para que pague el rescate.
El movimiento lateral es como un ninja digital: se mezcla fácilmente con la actividad normal de la red y pasa desapercibido. Los atacantes suelen disfrazarse como usuarios legítimos, moverse fuera del horario laboral o esconder sus huellas aprovechando el tráfico cifrado. Todo esto hace que los sistemas de detección tradicionales tengan problemas para distinguir entre un comportamiento malicioso y las tareas cotidianas de la empresa.
Para colmo, según un informe de Forrester, las organizaciones tardan, en promedio, 266 días en detectar y responder a ataques de ransomware. Eso le da a los hackers todo el tiempo del mundo para hacer de las suyas, aumentando enormemente los riesgos.
Detener el movimiento lateral no es tarea fácil, principalmente porque el primer obstáculo es uno de los mayores retos de la ciberseguridad actual: la falta de visibilidad en redes y entornos complejos. Los atacantes saben aprovechar sistemas de seguridad fragmentados, camuflarse en el tráfico normal y moverse con total libertad por los sistemas sin ser detectados.
Para enfrentarlos, los equipos de seguridad necesitan herramientas más avanzadas y estrategias bien pensadas. Es clave contar con tecnología capaz de identificar comportamientos fuera de lo común, responder a amenazas en tiempo real y ofrecer información clara para investigar y detener las infracciones rápidamente. Aquí es donde los sistemas integrados de detección de amenazas más modernos se vuelven aliados indispensables. En pocas palabras: no se trata solo de reaccionar cuando algo ya está roto, sino de tener las herramientas adecuadas para estar siempre un paso adelante.
Extended Detection and Response (XDR) es como ese aliado que siempre necesitas en tu equipo de seguridad. Es una solución que recopila y unifica datos de todo el ecosistema de TI para que sea más fácil detectar señales de alerta, como el movimiento lateral, y responder rápidamente a cualquier amenaza. Aquí te contamos cómo XDR puede marcar la diferencia:
Con XDR, toda la información de terminales, redes, nubes y aplicaciones se reúne en un solo lugar. Esto le da a los equipos de seguridad una visión completa para identificar comportamientos raros que podrían ser señales de un ataque. Por ejemplo:
El análisis del comportamiento se vuelve clave aquí, porque ayuda a diferenciar lo normal de lo que no lo es.
Cuando XDR detecta algo raro, la automatización entra en acción. Si, por ejemplo, una cuenta de usuario empieza a acceder a archivos confidenciales fuera del horario laboral, el sistema puede bloquear automáticamente ese acceso y avisar al equipo de seguridad. Esto no solo previene daños mayores, sino que también les da a los analistas el tiempo necesario para investigar y tomar decisiones informadas.
Después de detectar una amenaza, XDR proporciona una visión clara de lo que pasó. Te muestra datos históricos, cómo se desarrolló el ataque, qué vulnerabilidades se explotaron y mucho más. Este contexto detallado es esencial para que los equipos no solo contengan la amenaza actual, sino también para evitar que algo similar vuelva a suceder.
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Si quieres mantener a raya a los atacantes, necesitas combinar tecnología, procesos y principios de seguridad. Aquí tienes algunas recomendaciones clave:
Usa una estrategia en capas: No pongas todos los huevos en una sola canasta. Combina herramientas de prevención y protección (como gestión de riesgos, cifrado de disco y seguridad de correo electrónico) con soluciones de detección como protección de puntos finales y detección de amenazas.
Aplica parches regularmente: Sí, puede ser tedioso, pero mantener todo el software actualizado es una de las formas más efectivas de cerrar puertas que los atacantes podrían usar.
Aprovecha la automatización: Herramientas como XDR no solo hacen el trabajo más rápido, sino que también reducen los errores humanos y mejoran la respuesta a las amenazas.
Aunque prevenir que los atacantes entren es importante, no puedes quedarte solo en el punto de entrada. Tienes que estar preparado para detectar y detener el movimiento lateral antes de que puedan causar daños graves.
Soluciones como XDR son clave para lograr esto. Con su capacidad para brindar visibilidad, análisis inteligente y respuestas automatizadas, puedes mantenerte un paso adelante de los atacantes. El SOC as a Service de TecnetOne integra tecnologías XDR para ofrecer una visibilidad completa de toda tu infraestructura de TI, detectar amenazas de forma proactiva y responder en tiempo real. Gracias a estas capacidades, tu organización puede identificar patrones sospechosos antes de que los atacantes logren avanzar, reduciendo significativamente el impacto potencial de un ataque.
Si además combinas esta tecnología con enfoques como Zero Trust y una mentalidad de defensa proactiva, tendrás una estrategia sólida para proteger tus datos más valiosos y reducir tu exposición al ransomware.
Si quieres saber más sobre estas tecnologías y cómo pueden ayudarte a proteger tu empresa contra el ransomware, contáctanos. Nuestro equipo de especialistas está listo para asesorarte y brindarte soluciones adaptadas a tus necesidades.