Si sigues de cerca el panorama digital en México, sabes que la ciberseguridad se ha vuelto un tema recurrente en discursos oficiales, planes nacionales y presentaciones institucionales. Sin embargo, una cosa es hablar de seguridad digital y otra muy distinta es poder sostenerla frente a un entorno de amenazas que no da tregua. El nuevo 2025 Cybersecurity Report de la OEA y el BID pone el dedo en la llaga: México está atrapado entre buenas intenciones, iniciativas mal planteadas y una ejecución prácticamente inexistente.
Desde TecnetOne, creemos que este informe no solo es un diagnóstico regional, sino un espejo incómodo que refleja una realidad que muchos prefieren ignorar.
Hoy la ciberseguridad es un pilar estructural del desarrollo económico, la estabilidad institucional y la soberanía digital. No es un complemento tecnológico ni un tema exclusivo de áreas de TI. Afecta a finanzas, salud, energía, educación, justicia y seguridad nacional.
El informe elaborado por la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) deja claro que, aunque América Latina ha avanzado en discurso, la región sigue siendo altamente vulnerable. Y dentro de ese contexto, México destaca por una contradicción constante: visibilidad pública creciente, pero capacidades reales muy limitadas.
El reporte reconoce acciones que, en el papel, suenan bien. Se mencionan:
Si solo leyeras esa lista, podrías pensar que México avanza de forma sólida. Pero el problema no está en lo que se anuncia, sino en lo que realmente funciona cuando ocurre un incidente.
El propio contexto que analiza la OEA-BID obliga a aterrizar la narrativa. México sigue siendo uno de los países más atacados del mundo.
Solo en 2024 se registraron cientos de miles de millones de intentos de intrusión, y en 2025 el ritmo no ha bajado. Hablamos de ataques que ocurren varias veces por segundo, de forma constante y automatizada.
Ransomware, phishing, robo de credenciales, filtraciones masivas y ataques a infraestructura crítica no son escenarios hipotéticos. Son eventos recurrentes. Y, sin embargo, la capacidad institucional para responder sigue siendo reactiva, fragmentada y lenta.
Mientras las instituciones públicas avanzan a paso burocrático, los grupos criminales no esperan. Hoy operan con:
Frente a eso, México responde con campañas de concientización aisladas, ejercicios de simulación ocasionales y estructuras que dependen de presupuestos limitados y personal insuficiente.
El informe no lo dice de forma directa, pero el mensaje es claro: el Estado va varios pasos detrás del adversario.
En índices globales como el Global Cybersecurity Index de la UIT, México aparece en posiciones intermedias. No está en el fondo, pero tampoco cerca de los líderes.
Eso refleja una realidad incómoda: hay marcos normativos y discursos alineados con estándares internacionales, pero faltan capacidades técnicas, recursos humanos, intercambio de inteligencia y coordinación real.
En una región donde los ataques crecen más rápido que la madurez institucional, esa posición intermedia no es neutral: es riesgosa.
Uno de los puntos más críticos que deja entrever el reporte es la subinversión crónica en ciberseguridad. Se habla de alianzas público-privadas y apoyo a PyMEs, pero la realidad es que:
El resultado es un círculo vicioso: planes ambiciosos sin recursos suficientes para ejecutarlos.
La existencia del CERT-MX es necesaria, pero claramente insuficiente. Los incidentes de alto impacto de los últimos años han dejado al descubierto carencias en:
Cada sexenio reinicia prioridades, reestructura organismos y vuelve a “diagnosticar” el problema, mientras los atacantes no hacen pausas políticas.
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Desde una lectura crítica, el mayor valor del informe OEA-BID no está en enumerar iniciativas, sino en evidenciar una verdad incómoda: el problema de México no es la falta de estrategias, sino la incapacidad de ejecutarlas de forma sostenida.
Hay una distancia enorme entre:
Mientras esa brecha exista, cualquier documento será solo papel bien redactado.
Cerrar esa distancia exige decisiones incómodas, no solo comunicados. Entre ellas:
En TecnetOne insistimos en algo clave: la ciberseguridad no es un gasto ni un trámite, es una condición básica para que el país funcione en el entorno digital actual.
México tiene una oportunidad real de transformar su alta exposición en una ventaja estratégica. Diagnósticos como el de la OEA-BID ofrecen claridad, comparativos y advertencias muy concretas.
Pero si esos diagnósticos no se traducen en acciones sostenidas, la brecha entre discurso y realidad seguirá creciendo. Y en un ciberespacio cada vez más hostil, la inacción no es neutral: tiene costos acumulativos, económicos, sociales y políticos.
La pregunta ya no es si México necesita fortalecer su ciberseguridad. La pregunta es si está dispuesto a hacerlo más allá del papel.