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IA contra ciberamenazas: Navegando en su auge

Escrito por Adriana Aguilar | Jan 31, 2024 2:30:00 PM

La inteligencia artificial (IA) ha adquirido un impacto notable en prácticamente todos los aspectos de nuestras vidas. En el ámbito de la atención médica, puede mejorar diagnósticos y tratamientos, en las finanzas, detectar y mitigar el fraude, en la gestión de inventarios, optimizar procesos, e incluso ofrecer recomendaciones de películas para nuestras noches de streaming. No obstante, uno de sus mayores impactos se evidencia en el campo de la ciberseguridad.

La capacidad de la IA para aprender, adaptarse y predecir amenazas en constante evolución la convierte en una herramienta fundamental para proteger empresas y gobiernos a nivel mundial. Desde tareas simples como el filtrado de spam hasta análisis avanzados y respuestas asistidas por IA, la inteligencia artificial desempeña un rol crucial en la primera línea de defensa, protegiendo nuestros activos digitales contra ciberdelincuentes.

A pesar de sus ventajas, el futuro de la IA en ciberseguridad presenta desafíos. Ya se vislumbran los primeros indicios de un cambio importante, impulsado por la accesibilidad de la tecnología de IA. Si bien la IA fortalece a las organizaciones en la construcción de defensas más sólidas, también proporciona a los actores maliciosos herramientas para diseñar ataques más sofisticados y sigilosos.

 

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La era inicial de la IA en ciberseguridad (2000-2010)

 

Con la llegada del nuevo milenio, las primeras etapas de la transformación digital comenzaron a dejar su huella en nuestra vida personal y profesional. En la mayoría de las organizaciones, los trabajadores del conocimiento realizaban sus tareas en entornos de TI altamente regulados, haciendo uso de computadoras de escritorio y laptops, respaldados por centros de datos locales que constituían la columna vertebral de la infraestructura de TI.

En esta época, las amenazas cibernéticas que ganaron notoriedad tenían como objetivo principal sembrar el caos y obtener notoriedad. A principios de los años 2000, surgieron programas maliciosos como ILOVEYOU, Melissa y MyDoom, que se propagaron rápidamente y causaron graves interrupciones a nivel global. A medida que avanzaba la década, el lucrativo atractivo financiero condujo a una proliferación de esquemas de phishing y malware orientado a la obtención de beneficios económicos. El troyano bancario Zeus, por ejemplo, se convirtió en una amenaza significativa, robando sigilosamente las credenciales bancarias de usuarios desprevenidos.

Las organizaciones confiaban en gran medida en controles de seguridad básicos, como el software antivirus basado en firmas y los firewalls, en un esfuerzo por defenderse de los intrusos y proteger sus activos digitales. En este período, el concepto de seguridad de red comenzó a evolucionar y los sistemas de detección de intrusiones mejorados se incorporaron al arsenal de herramientas de ciberseguridad. La autenticación de dos factores (2FA) ganó relevancia, añadiendo una capa adicional de seguridad para proteger sistemas y datos confidenciales.

Fue también durante este tiempo que la IA empezó a demostrar su valor para los defensores de la ciberseguridad. Con el aumento exponencial del correo no deseado, que obstruía los servidores de correo y llenaba las bandejas de entrada con mensajes no solicitados (a menudo maliciosos) que intentaban atraer a usuarios con promesas de riqueza rápida, productos farmacéuticos ilegales y otros señuelos para obtener información personal valiosa, la IA comenzó a destacar como una herramienta ideal para identificar y aislar rápidamente mensajes sospechosos con una eficiencia previamente inimaginable.

Esto contribuyó de manera significativa a reducir el riesgo y a recuperar la productividad perdida. Aunque aún en sus primeras etapas de desarrollo, la IA mostró un atisbo de su potencial para ayudar a las organizaciones a protegerse contra amenazas en constante evolución, a gran escala. 

 

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Segunda ola de la inteligencia artificial en ciberseguridad (2010-2020)

 

A medida que nos adentramos en la segunda década del siglo, la infraestructura de TI experimentó cambios notables. La proliferación de aplicaciones basadas en SaaS (software como servicio), la adopción de la computación en la nube, la implementación de políticas BYOD (trae tu propio dispositivo) y la aparición de la llamada "TI en la sombra" transformaron el panorama de la tecnología de la información en uno más dinámico que nunca. Sin embargo, este entorno también creó una superficie de ataque en constante expansión, ofreciendo a los actores de amenazas más oportunidades para explorar y explotar vulnerabilidades.

Los ciberdelincuentes se volvieron más sofisticados en sus métodos, ampliando sus objetivos para incluir el robo de propiedad intelectual, el sabotaje de infraestructuras y ataques de monetización a mayor escala. Las organizaciones tomaron mayor conciencia de las amenazas de los Estados-nación, impulsadas por adversarios altamente capacitados y respaldados financieramente. Esto generó la necesidad de contar con defensas igualmente avanzadas que pudieran aprender y adaptarse rápidamente. Incidentes notorios como el gusano Stuxnet dirigido a instalaciones nucleares en Irán y ataques devastadores a empresas de renombre como Target y Sony Pictures pusieron de relieve las graves implicaciones en juego.

Simultáneamente, la vulnerabilidad de las cadenas de suministro se hizo evidente, como se evidenció en la violación de SolarWinds, que afectó a miles de organizaciones en todo el mundo. También se destacó el aumento de los ataques de ransomware y de limpieza, con cepas notorias como WannaCry y NotPetya causando estragos a nivel global. Aunque estos ataques eran relativamente fáciles de detectar, sus volúmenes exigían defensas que pudieran escalar con velocidad y precisión, superando las capacidades de un analista humano.

En este contexto, la inteligencia artificial emergió como una herramienta esencial para los defensores. Empresas como Cylance, fundada en 2012, lideraron el camino al reemplazar el anticuado y pesado software antivirus con modelos de aprendizaje automático ligeros. Estos modelos fueron entrenados para identificar y detener rápidamente el malware en constante evolución de manera eficaz. La IA continuó expandiendo su papel en la ciberseguridad, utilizando técnicas de aprendizaje automático para detectar anomalías, identificar patrones o comportamientos inusuales que indicaran ataques sofisticados, y realizar análisis predictivos para prever y prevenir posibles vectores de ataque.

 

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Tercera ola de la inteligencia artificial en ciberseguridad (2020-presente)

 

Actualmente, estamos presenciando un cambio profundo en el uso de la inteligencia artificial en el ámbito de la ciberseguridad. El aumento del trabajo remoto y la creciente interconexión y descentralización de los sistemas de TI han difuminado el concepto tradicional de perímetro de seguridad. Con la expansión del Internet de las cosas (IoT) y la proliferación de dispositivos conectados, que van desde hogares inteligentes hasta vehículos y ciudades enteras, la superficie de ataque se ha ampliado de manera exponencial.

En este nuevo contexto, la inteligencia artificial ha evolucionado de ser exclusivamente una herramienta defensiva a convertirse en un arma de doble filo, también utilizada por los adversarios. A pesar de los intentos de las herramientas comerciales de inteligencia artificial generativa, como ChatGPT, para construir barreras y evitar que los actores maliciosos utilicen la tecnología con fines dañinos, han surgido herramientas adversarias como WormGPT para llenar ese vacío.

 

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Algunos ejemplos de este cambio incluyen:

 

  1. Campañas de phishing generadas por inteligencia artificial: Los atacantes ahora pueden crear correos electrónicos de phishing extremadamente convincentes gracias a la inteligencia artificial generativa, lo que dificulta su detección.

  2. Identificación de objetivos asistida por inteligencia artificial: Los atacantes pueden utilizar algoritmos de aprendizaje automático para analizar las redes sociales y otros datos en línea y así identificar objetivos de alto valor de manera más eficiente y personalizar los ataques.

  3. Análisis de comportamiento impulsado por inteligencia artificial: El malware potenciado por inteligencia artificial puede aprender comportamientos típicos de usuarios o redes, lo que facilita ataques o la extracción de datos que pasan desapercibidos al imitar mejor las actividades normales.

  4. Escaneo automatizado de vulnerabilidades: Las herramientas de reconocimiento impulsadas por inteligencia artificial pueden automatizar el escaneo de redes en busca de vulnerabilidades, seleccionando automáticamente el exploit más efectivo.

  5. Clasificación inteligente de datos: En lugar de copiar todos los datos disponibles, la inteligencia artificial puede identificar y seleccionar la información más valiosa, reduciendo las posibilidades de detección.

  6. Ingeniería social asistida por inteligencia artificial: El uso de audio o video falsificados generados por inteligencia artificial en ataques de ingeniería social puede engañar convincentemente a las víctimas, otorgando mayor credibilidad a estos ataques persuasivos.

 

Conclusión

 

Este desarrollo marca un punto de inflexión fundamental en la ciberseguridad, ya que la inteligencia artificial se convierte en un aliado y un potencial adversario. La historia de la ciberseguridad se vuelve más compleja y fascinante a medida que enfrentamos este nuevo panorama.

En resumen, el viaje evolutivo de la ciberseguridad destaca la necesidad de que los defensores estén preparados y bien informados, dada la constante innovación de los actores de amenazas. La inteligencia artificial, en su doble papel como defensor y atacante potencial, añade una dimensión adicional a esta historia en constante evolución.