Olvídate de que las ciberestafas se van a “calmar” en 2026: todo apunta a que van a ser más rápidas, más personalizadas y muchísimo más creíbles. Y en TecnetOne lo vemos cada vez más claro: entre los pagos digitales, el uso diario del celular y las herramientas de inteligencia artificial, los estafadores están jugando en modo profesional.
Y al final, la duda que todos tenemos es bastante directa: ¿Qué estafas van a estar más presentes en 2026 y qué puedo hacer, paso a paso, para no caer?
En este artículo te vamos a contar los 5 riesgos más importantes que se vienen para 2026 (desde fraudes por WhatsApp y deepfakes, hasta malware con IA, robo de datos y trampas con pagos sin contacto) y te dejamos un plan práctico y fácil de aplicar para cuidarte en el día a día.
Hoy pagamos con el celular, usamos banca online, autorizamos compras con apps, recibimos comprobantes por mensajería y resolvemos trámites con un enlace. Eso es comodidad… y también una superficie enorme para el fraude.
El patrón viene creciendo: el cibercrimen escala gracias a la automatización y a la IA, que permite que mensajes falsos, sitios clonados y campañas masivas parezcan reales y lleguen a miles de personas. En particular, se espera un crecimiento de amenazas financieras y estafas que explotan mensajería, suplantación de identidad y pagos móviles.
La buena noticia es que no necesitas ser técnico para protegerte: en la mayoría de casos, lo que decide si caes o no es tu proceso (hábitos, verificación y configuraciones simples).
Con el boom de los pagos digitales, el uso cada vez más intenso del celular y estafadores mucho más “pro”, el mapa de amenazas ya cambió… y en 2026 se va a poner todavía más fuerte.
De hecho, muchas de las predicciones para 2026 se apoyan en lo que pasó en 2025: el sector financiero fue uno de los más golpeados, con más de 1.338.357 intentos de ataque con troyanos bancarios, y un porcentaje de organizaciones afectadas por ransomware. En otras palabras: no es teoría, es tendencia.
A continuación, te presentamos los riesgos más fuertes que se esperan para 2026.
La gran novedad de 2026 será el salto a una nueva generación de malware “con IA”. ¿Qué significa esto en la práctica? Que el software malicioso ya no se comportará siempre igual: podrá analizar el entorno, cambiar su estrategia para esquivar defensas y ajustar su objetivo en tiempo real.
Eso lo vuelve mucho más difícil de detectar y frenar, porque ya no hablamos de un virus “predecible”, sino de uno que prueba caminos, aprende y se adapta. Por lo mismo, las soluciones tradicionales van a necesitar evolucionar rápido: el malware con IA apunta a una “resiliencia activa”, capaz de modificar técnicas y rutas de infiltración sin que haya una persona tocando el teclado del otro lado.
WhatsApp es parte del día a día, y justo por eso se volvió un canal perfecto para estafas. La tendencia es clara: troyanos bancarios y campañas maliciosas se están ajustando para distribuirse masivamente por mensajería, aprovechando la confianza que le tenemos a un chat.
Lo peligroso es que esto escala rápido: un mensaje bien armado + un enlace o archivo + un momento de distracción, y ya estás adentro. Además, como mucha gente sigue usando banca online en computadoras con Windows, el malware “clásico” todavía encuentra terreno fértil y mantiene una efectividad alta.
En 2026 vamos a ver más estafas basadas en ingeniería social con deepfakes: audios y videos falsos hechos con IA para que parezca que una persona real (tu jefe, un familiar, un reclutador, un “ejecutivo del banco”) te está hablando.
Esto puede usarse para manipular desde entrevistas laborales hasta procesos de verificación de identidad (KYC). ¿La clave? Que el engaño se vuelve mucho más convincente y detectar la trampa cuesta más, sobre todo si el ataque viene con presión, urgencia o una historia emocional.
Además, es probable que crezcan los mercados clandestinos que venden estas herramientas ya listas, bajando la barrera de entrada para que más delincuentes las usen.
Otra tendencia fuerte es la aparición de “info stealers” regionales: malware diseñado para robar información (credenciales, sesiones, datos del navegador) pero adaptado a países o regiones específicas, tomando en cuenta cómo se usa la banca, qué servicios son populares y cuáles son los hábitos digitales locales.
Esto se potencia con el modelo de Malware as a Service (MaaS): básicamente, delincuentes con poca experiencia pueden “rentar” herramientas súper efectivas sin ser expertos. Y cuando encima el ataque está afinado para un mercado específico, la precisión (y el daño) suben.
Los pagos sin contacto por NFC son comodísimos: acercas el celular o tarjeta y listo. El problema es que, a medida que esta tecnología se vuelve parte de la rutina, también aparecen más intentos de abuso: herramientas y técnicas pensadas para interceptar, alterar o robar información vinculada a transacciones realizadas por proximidad.
Ojo: NFC no es “inseguro por defecto”, pero sí abre una nueva “caja de Pandora” si la gente lo usa sin controles básicos (bloqueo de pantalla, límites, alertas de compra y configuraciones correctas).
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La idea no es vivir con miedo, sino tener hábitos simples que te ahorran dolores de cabeza. En TecnetOne lo vemos seguido: cuando alguien cae, casi siempre fue por un descuido evitable (un clic por urgencia, una app dudosa o una configuración abierta de más). Aquí te dejamos los que más impacto tienen, separados para usuarios y para empresas.
1) Descarga apps solo de tiendas oficiales: Nada de APKs “premium”, links raros o instaladores que te mandan por WhatsApp. Quédate con Google Play, App Store o la tienda oficial del fabricante. No es que sea perfecto, pero reduce muchísimo la probabilidad de instalar apps falsas o con malware.
2) Mantén el NFC apagado cuando no lo uses: El NFC es comodísimo para pagar, sí. Pero si lo dejas prendido todo el tiempo, te expones de más. Lo mejor: enciéndelo solo cuando vayas a pagar y después apágalo. Extra tip: si usas tarjetas físicas, una cartera/funda con bloqueo también suma.
3) Revisa tus movimientos seguido (de verdad): No hace falta obsesionarse, pero sí agarrar el hábito: revisa tu app bancaria y movimientos cada pocos días. Muchas estafas empiezan con cargos pequeños “de prueba”. Si lo detectas rápido, puedes bloquear, reportar y limitar daños a tiempo.
1) Audita tu infraestructura y busca fallas antes que el atacante (incluye pentesting): Un análisis de sistemas, redes y accesos ayuda a encontrar vulnerabilidades que por rutina interna se pasan por alto.
En TecnetOne recomendamos complementar las auditorías con pentesting (pruebas de penetración): básicamente, simular ataques reales de forma controlada para descubrir por dónde podrían entrar, qué tan lejos llegarían y qué impacto tendría. Si se puede, suma evaluaciones externas: una mirada independiente suele detectar lo que tu equipo ya normalizó y te deja un plan claro de corrección por prioridades.
2) Usa plataformas integradas (menos parches, más visibilidad): Tener mil herramientas sueltas suele crear “huecos” entre alertas. Migrar a soluciones integradas, como TecnetProtect, mejora la detección temprana, acelera la respuesta y evita que un incidente pequeño se convierta en algo grande.
3) Actualización + entrenamiento continuo (la defensa más barata): La mayoría de ataques entra por personas: correos falsos, links trampa, suplantación por mensajería. Capacitar al equipo de forma regular (corto, práctico y realista) crea la primera barrera. Y sí: esto reduce mucho el éxito de los ciberdelincuentes.
En 2026, muchas estafas no van a parecer “hackeos de película”. Van a entrar por lo de siempre: mensajes que suenan reales, urgencias inventadas, suplantaciones con IA y pequeños descuidos en la configuración del celular, la banca o las cuentas.
La parte buena es que no necesitas volverte experto para protegerte. En TecnetOne lo repetimos mucho: con hábitos básicos (verificar antes de transferir, bajar apps solo de tiendas oficiales y revisar tus movimientos) puedes bajar muchísimo el riesgo. Y si hablamos de empresas, la diferencia la marca una base bien armada: auditorías frecuentes, pentesting, monitoreo integrado y capacitación constante.
Dicho fácil: no es vivir con miedo, es tener un método. Y cuanto antes lo pongas en práctica, menos chances hay de que te toque aprenderlo a la mala.